26 de junio de 2011

Prácticas sociales abiertas y expandidas

 Esta entrada corresponde a un caso práctico del curso Iac11 donde hemos de determinar cómo va a ser la apertura de nuestro nuevo proyecto (una editorial) a la colaboración de terceros.

La participación en mi editorial es abierta, pero comprometida. Me ha parecido muy sugerente el caso del BCC que dicide la participación entre accionistas y donantes. En el BCC
"Se puede formar parte de la  organización y ser un Colaborador, o  generar ofertas y demandas de  conocimientos y convertirse en  Experto o Donante. Los Colaboradores  se organizan en pequeños grupos de  trabajo según intereses o  capacidades comunes: son las  llamadas Células de BCC, que tienen  autonomía de trabajo y desempeñan  funciones específicas, como la  Gestión Interna, los Contenidos, la  Comunicación, la Producción, etc. Las funciones de las Células BCC se  atomizan para facilitar la  participación y la organización horizontal. Aparecen, así, las  microtareas, que pueden ser  desarrolladas por cualquier  individuo recién llegado al  proyecto, favoreciendo de esta  manera la integración en el equipo  BCC, ya que la persona asume un  pequeño compromiso acorde con su tiempo, capacidades e intereses."


Daría gran importancia a los tradicionales usuarios, deshechando el roll de "consumidores pasivos", como bien indica Charles Leadbeater. Los usuarios, quizás atraídos por la red social de la editorial, o de mano de los contactos personales que posee esta empresa, podrán detectar cuales son las faltas generalizadas en el mundo editorial y proponer soluciones creativas, colaborativamente.

El principal problema que podría presentarnos este modelo colaborativo es que se diluyan los objetivos inicales o que las colaboraciones se pierdan por falta de coordinación. Por ello creo que es necesario fijar unos objetivos bien definidos desde inicio del proceso. Estos objetivos pueden ser creados por un comité primigenio conformado por expertos, escritores y usuarios, que posteriormente podría diluirse. Tales objetivos no han de ser inamovibles, siendo su tarea la de ser útiles a la editorial y no la de poner a la editorial al servicio de ellos. Además veo necesario un coordinador (unipersonal o asambleario) que gestione las colaboraciones. En mi opinión este punto no contradice la horizontalidad de la colaboratividad, sino que la hace más eficaz y organizada, evita demoras y facilita que la información, en cada caso, llegue a quien ha de llegar.

Que el proceso sea abierto y colaborativo no impide que haya de haber al menos un grupo de personas de base comprometidas con el proyecto (aunque en el seno de este haya bajas y/o nuevas agregaciones) a modo de expertos que puedan coordinar a su vez las distintas colaboraciones. Este sería el equipo básico de trabajo que iría recibiendo aportaciones externas  de colaboradores (llamo así a las personas implicadas con el proyecto, que se suman a menudo al trabajo del equipo) y de otras personas (donantes) que hiciesen aportaciones puntuales.

Los medios para poner en conocimiento el proyecto habrían de ser una web, que podría a su vez convertirse en un espacio de trabajo complementado con el espacio físico; las redes sociales donde comunicar nuestros progresos y atraer a más participantes innovadores y creativos; y la difusión entre el grupo de profesionaless y expertos del sector, incluyendo como expertos a los usuarios avanzados.

http://cultura-abierta.blogspot.com/2011/03/semana-3-practicas-sociales-abiertas-y.html




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